Gracia para vivir

Predicaciones, enseñanzas, consejos y estudios para que tengas un vigoroso creciemiento espiritual

• La fuente de la gracia 
• Salvado solamente por la gracia 
• Haciendo obrar hacia afuera 
• Gracia para los pecadores 
• La ley y la gracia 
• Gracia para vivir 
• Gracia para servir 
• Las campanas del evangelio
• Que es ser un hijo de Dios
• Salvación

AHORA llegamos a una parte muy importante de nuestro asunto: la gracia para vivir. Uno de las cosas más tristes en los tiempos presentes es el hecho de que tantos pretendidos cristianos no tienen poder espiritual. Ellos no dan ningún testimonio por Cristo. Hay tan pocos de quienes pueden ir a las casas de los enfermos y leerles la Biblia, orar con ellos, y ministrar consuelo a sus almas. ¡Cuán pocos pueden ir a la morada del borrachín, y contarle del poder de Cristo para salvar! ¡Cuán pocos hay quienes son sabios en ganar almas para Cristo! El problema es el bajo estado espiritual de muchos en la Iglesia de Cristo. Nosotros no estamos viviendo de acuerdo a nuestros privilegios. Cuando usted pasa por las calles de Londres usted puede ver aquí y allí las
palabras, "Compañía Limitada". Hay muchos cristianos que prácticamente limitan la gracia de Dios. Es lo mismo que un río que fluye cerca; y nosotros podemos tener todo lo que necesitamos, pero si no venimos y conseguimos un suministro continuamente, no podemos repartirlo a otros.
¡Madre! ¡padre! ¿no está anhelando usted ver a sus niños ganados para Cristo? ¿Cuál es el problema? ¿Es la falla del pastor? Yo creo que aunque los ministros predicaran como los ángeles, si hay un bajo nivel de vida cristiana en la casa, así se logrará poco. Lo que nosotros queremos, más que nada, es más gracia en nuestras vidas, en nuestros asuntos comerciales, en nuestras casas, en nuestro andar diario y conversación. Yo no puedo sino creer que la razón de que el nivel de vida cristiana sea tan bajo, es que nosotros estamos viviendo con un maná ya viejo.

Usted sabe lo que quiero decir con eso. Muchas personas están viviendo en sus pensamientos de experiencias del pasado de los grandes tiempos que ellos tuvieron hace veinte años, quizás cuando ellos se convirtieron. Es una señal segura de que estamos fuera de comunión con Dios si nosotros estamos hablando más de la alegría, y la paz, y el poder que teníamos en el pasado, que de lo que tenemos hoy. Se nos dice: "creced en la gracia"; pero una gran cantidad está creciendo en la manera incorrecta.
Usted recuerda que los israelitas recogían el maná fresco todos los días: no les estaba permitido almacenarlo. Hay una lección aquí para nosotros los cristianos. Si nosotros queremos ser fuertes y vigorosos, debemos ir diariamente a Dios y conseguir gracia. Un hombre no puede tomar un suministro de gracia para el futuro más que lo que él puede comer hoy para que le dure durante los próximos seis meses; ni tomar suficiente aire en sus pulmones de una sola vez para sostener la vida durante una semana por venir. Debemos extraer de los ilimitados almacenes de la gracia de Dios de día en día, cuando necesitamos.
Yo conocí a un hombre que vivía en la orilla del Lago Erie. Él tenía cañerías puestas hasta su casa desde el lago; y cuando quería agua, todo lo que tenía que hacer era abrir la canilla y el agua fluía. Si el Gobierno le hubiera regalado el lago, él no habría sabido que hacer con éste. Así nosotros podemos decir que si Dios fuera a darnos suficiente gracia para una vida, no sabríamos como usarla. Él nos ha dado el privilegio de extraer desde Él día por día, no "a cuarenta días vista". Hay gracia suficiente en el banco del cielo; nosotros no necesitamos temer que llegue a agotarse.

Se nos invita a que vengamos confiadamente al trono de gracia -como hijos ante un padre- para que podamos encontrar gracia. Usted ha notado que un hijo tiene muchísima más confianza en la casa de su padre que la que él tendría si fuera simplemente un sirviente. Una buena cantidad de cristianos están como sirvientes. Si usted entra en una casa,

puede decir pronto la diferencia entre los de la familia y los sirvientes. Un hijo viene a la casa por la tarde; revisa la casa, quizás habla sobre las cartas que han llegado, y quiere saber todo lo que ha estado pasando en la familia durante su ausencia. Es muy diferente con un sirviente que quizás no deja durante todo el día la cocina o el sector de los sirvientes excepto cuando el deber lo requiere. Suponga que alguien ha depositado un millón de dólares en el banco a su nombre, y le ha dado una chequera para que usted pueda sacar tanto como usted quiera: ¿iría usted a trabajar e intentaría vivir con diez dólares mensuales? Sin embargo eso es exactamente lo que muchos de nosotros estamos haciendo como cristianos. Yo creo que este bajo nivel de la vida cristiana en la Iglesia está haciendo más para producir infieles que todos los libros escépticos que se han escrito en todo el mundo. Escuche lo que el Apóstol dice: "Mi Dios suplirá toda vuestra necesidad" (Filipenses 4:19). Mire estas palabras cuidadosamente. No dice que Él suplirá todo lo que usted quiere. Hay muchas cosas que nosotros queremos pero que Dios no ha prometido darnos. Es "su necesidad" y "toda su necesidad". Mis hijos quieren a menudo muchas cosas que ellos no obtienen; pero yo proporciono todo lo que ellos necesitan, si está en mi poder dárselo. Yo de ninguna manera les proporciono todo lo que ellos quieren. Mi muchacho probablemente querría que le dé un caballo; cuando yo sé que lo que él realmente necesita, quizás, es gracia para controlar su carácter. Nuestros niños podrían querer muchas cosas que sería dañino para ellos tener. Y así, aunque Dios puede impedir para nosotros muchas cosas que deseamos, Él suplirá toda nuestra necesidad. Pueden venir problemas o pruebas en esta vida, pero Dios tiene suficiente gracia para llevarnos bien a través de ellos, si nosotros sólo queremos ir a Él y obtenerla. Pero nosotros debemos pedirla día a día. "Como tus días así serán tus fuerzas" (Deuteronomio 33:25). Yo encontré a un hombre una vez en Escocia que me enseñó una lección de la que nunca me olvidaré. Un amigo cristiano me buscó para ir y tener una charla con él. Él había estado postrado por muchos años. Este afligido santo me confortó y me dijo algunas cosas maravillosas. Él se había caído y se rompió su columna cuando era de aproximadamente quince años de edad, y había estado tendido así sobre su espalda durante unos cuarenta años. Él no podía moverse sin mucho dolor, y probablemente no ha pasado ningún día todos esos años sin sufrir. Si alguien le hubiera dicho que él iba a quedarse allí y sufrir durante cuarenta años, probablemente él habría dicho que no podría hacerlo. Pero día tras día la gracia de Dios le ha sido concedida; y yo declaro ante
ustedes que me parecía a mí como si yo estuviera en la presencia de uno de los hijos de Dios más altamente favorecidos. Parecía que cuando estaba en la habitación de ese hombre, yo estaba casi tan cerca del cielo como yo podría lograrlo en esta tierra. ¡Hablé antes acerca de la cara de un hombre que brilla con la gloria del cielo! muy raramente vi una cara que brillara como la suya. Yo puedo imaginar que los mismos ángeles cuando están pasando encima de la ciudad en alguna misión de misericordia, bajan a la habitación de ese hombre a refrescarse. Allí, él ha estado permaneciendo todos estos años, no sólo sin un murmullo, sino regocijándose todo el tiempo. Yo le dije: "Mi amigo, ¿nunca le tienta el diablo haciéndole dudar de Dios y haciéndole pensar que Él es un duro amo?" "Bien ahora", él dijo, "eso es justo lo que él intenta hacer. A veces, cuando yo miro fuera de la ventana y veo a las personas que caminan saludables, Satanás susurra: "Si Dios es tan bueno, ¿por qué te mantiene Él aquí todos estos cansadores años? Porque si Él te amara, en lugar de quedar aquí y ser dependiente de otros, tu podrías haber sido ahora un hombre rico, y estar montando en tu propio carruaje". "¿Qué hace usted cuándo el diablo le tienta?" "Oh, yo sólo lo llevo hasta la Cruz; y él tuvo allí tal miedo hace dieciocho siglos, que él no puede resistirlo; y me deja". Yo no creo que el postrado santo tenga muchos problemas con las dudas; él así está lleno de gracia. Y así si nosotros sólo nos acercamos confiadamente a Dios, conseguiremos toda la ayuda y la fuerza que necesitamos. No hay un hombre o mujer vivos que no puedan ser guardados de caer, si ellos permiten a Dios sostenerlos en Sus brazos omnipotentes. En la historia del profeta Eliseo hay un relato que aprecio mucho (2 reyes 4:1-7); la mayoría de ustedes está familiarizado con éste. A veces nos encontramos con personas que dudan en aceptar a Cristo, porque están con miedo de que no aguantarán. Usted recuerda que había un profeta joven que se murió y dejó a una viuda con dos pequeños muchachos. Se ha dicho que los infortunios no vienen solos, sino en batallones. Esta mujer no sólo había perdido a su marido, sino que un acreedor iba a tomar sus muchachos y a venderlos en esclavitud. Ésa era una cosa común en esos tiempos. La viuda fue y le dijo a Eliseo todo sobre eso. Él le preguntó lo que ella tenía en la casa. Nada, dijo ella, sino una vasija de aceite. Era un caso muy difícil.

Eliseo le dijo que fuera a casa y pidiera prestados todos los recipientes que ella pudiera. Su orden era: "no pidas prestado pocos". Me gusta eso. Ella le tomó la palabra, y pidió prestado todos los recipientes que sus vecinos le pudieron prestar. Puedo imaginar a la mujer y sus dos hijos que van de casa en casa solicitando el préstamo de
sus recipientes. Sin duda que había una buena cantidad de los vecinos que estaban estirando sus cuellos, y preguntándose qué significaría todo eso; así como nosotros a veces encontramos a las personas que entran en el salón de consultas para ver que está pasando. Si esta mujer hubiera sido como algunos escépticos modernos, ella habría pensado como muy absurdo de parte del profeta pedirle que hiciera semejante cosa; ella habría preguntado que de bueno podría venir de eso. Pero la fe no hace ninguna pregunta: así que ella fue e hizo lo que el hombre de Dios le dijo que hiciera. Puedo verla ir a un lado de la calle golpeando a cada puerta y pedir vasijas vacías. "¿Cuántas quiere usted?" "Todos los que le sobren". Allí están los dos hijos llevando los grandes recipientes; algunos de ellos quizás casi tan grandes como los muchachos mismos. Era un trabajo duro. Cuando
ellos habían terminado un lado de la calle, ellos volvían por el otro. "No pidas prestado pocos" le había dicho; así que ella siguió pidiendo por tantos como ella pudiera obtener. Si había tanta chismografía por esos días como hay ahora, todas las personas en la calle habrían estado hablando sobre ella. ¿Por qué esta mujer y sus muchachos han estado llevando vasijas a la casa todo el día, cuál será el asunto? Pero ahora ellos tienen todas las vasijas que los vecinos pudieron prestarles. Ella cierra con llave la puerta; y dice a uno de los muchachos, "Jaime, tú eres el más joven; tráeme las vasijas vacías. Juan, tú eres el más fuerte;
cuando yo las haya llenado llévalas".

Así ella empezó a verter. Quizás la primer vasija era dos veces tan grande como la que ella vertió; pero pronto estuvo llena, y ella siguió llenando a raudales vasija tras vasija. Por fin su hijo le dice, "Madre, ésta es la última"; y se nos dice que el aceite no menguó hasta que la último vasija estuvo llena.
Estimados amigos, traigan sus vasijas vacías; y Dios las llenará. Yo me aventuro a decir que los ojos de esos muchachos chispearon cuando ellos vieron este hermoso aceite, fresco de la mano del Creador. La mujer fue y le dijo al hombre de Dios lo que había pasado; él le dijo, "Ve y vende el aceite, y paga tu deuda; y vive tu y los niños del resto". Ésa es la gracia para el presente y para el futuro. "Como tus días así será tu fortaleza". Usted no sólo tendrá gracia para cubrir todo lo que usted pecó, sino para llevarlo directamente a la gloria. Permita a la gracia de Dios en su corazón; y Él lo conducirá sin ningún daño de principio a fin. Permítanme terminar citando las palabras de una vieja oración: "Dios nos dé gracia para ver nuestra necesidad de gracia; nos dé gracia para pedir gracia; nos dé gracia para recibir gracia; nos dé gracia para usar la gracia que hemos recibido". "La gracia enseñó a mi alma a orar, Y al perdonante amor conocer; Fue la gracia la que me guardó hasta este día, Y no me dejará ir.

La gracia todo el trabajo coronará, A través de eternos días; En poner en el cielo la piedra más alta, ¡Y bien merece la alabanza!

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