Salvación

Predicaciones, enseñanzas, consejos y estudios para que tengas un vigoroso creciemiento espiritual

• La fuente de la gracia 
• Salvado solamente por la gracia 
• Haciendo obrar hacia afuera 
• Gracia para los pecadores 
• La ley y la gracia 
• Gracia para vivir 
• Gracia para servir 
• Las campanas del evangelio
• Que es ser un hijo de Dios
• Salvación

Dialogos del Sr. Moody y el Rvdo. Marcus Rainsford

COMO LLEGAR A SER UN CRISTIANO.
SR. MOODY.-Señor Rainsford, ¿cómo puede uno hacer lugar para Cristo en su corazón?

Rev. M. Rainsford.-Primero, ¿queremos realmente que Cristo esté en nuestros corazones? Si es así, la mejor cosa será pedirle a Él que venga y haga lugar para Sí mismo. Él ciertamente vendrá y hará así. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). "Sin mí nada podéis hacer" (Juan 15:5).

Sr. M.-¿Cristo desaloja al mundo si Él entra?
Sr. R.-Él dijo una parábola con ese significado. "Cuando un hombre fuerte armado guarda su palacio, [el corazón del pobre pecador], sus bienes están en paz. Mas si sobreviniendo otro más fuerte que Él, le venciere, le toma todas sus armas en que confiaba, [incredulidad, falsas ideas sobre Dios, mundanalidad, y amor al pecado], y reparte sus despojos" (Lucas 11:21,22). El diablo dirige el corazón, ya que Cristo lo desea para Su trono -sólo hasta que Cristo lo expulse.

Sr. M.-¿Cuál es el significado de la promesa: "El que a mí viene, de ningún modo le echo fuera"? (Juan
6:37). Sr. R.-Creo que muchas veces ponemos el énfasis sobre la palabra incorrecta. Las personas se angustian por cómo van a VENIR, cuando ellas deberían poner el énfasis sobre a quién están viniendo. "El que a MÍ viene, de ningún modo le echo fuera": no importa como pueda venir. Yo recuerdo haber oído este episodio después de una reunión.
Un señor estaba hablando a alguien que buscaba ansiosamente, diciéndole que viniera a Cristo, que confiara en Cristo; pero el hombre no parecía obtener alivio. Él dijo que era allí exactamente en donde se encontraba su problema. Luego, otro amigo vino y habló al ansioso. Todo lo que le dijo fue: "Venga a CRISTO; confíe en CRISTO". El hombre vio en un minuto. Fue y le dijo al otro señor, "ahora veo la manera de la salvación". "Dígame", dijo él, "¿qué le dijo ese hombre?" "Bien, él me dijo que confiara en Cristo". "Eso es lo que yo le dije". "No, usted me pidió que confiara en Cristo, y que viniera a Cristo; él me pidió que confiara en Cristo, y que viniera a Cristo". Eso hizo toda la diferencia.

Sr. M.-¿Qué quiere decir Cristo con las palabras "de ningún modo"?
Sr. R.-Esto quiere decir que si los pecados de todos los pecadores en la tierra y de todos los demonios del infierno estuvieran en su alma, Él no lo rechazaría. Ni siquiera en el terreno de la omnisciencia de Dios hay una razón por la cual Cristo rechazará a algún pobre pecador que venga a Él por perdón.
Sr. M.-¿Cuál es la salvación que Él viene a proclamar y a dar?
Sr. R.-La que nos libra del poder de las tinieblas y del abismo, y nos pone sobre el trono de gloria. Ella es la salvación de la muerte y del infierno, y de la maldición y de la ruina. Pero ésa es sólo la mitad de ella. Es salvación para Dios, y para luz, y para gloria, y para honra, y para inmortalidad; y desde la tierra al cielo.

Sr. M.-Si los amigos aquí no vienen y consiguen esta salvación, ¿cuál será la razón verdadera?
Sr. R.-O ellos están apegados a algún pecado al cual no piensan renunciar, o ellos no creen que están en una condición perdida, y bajo la maldición de Dios, y por lo tanto no sienten su necesidad del que "vino a buscar y salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). O ellos no creen las promesas de Dios. Yo alguna vez le he preguntado a un hombre, "¡Buen amigo! ¿es usted salvo?" "Bien, no, yo no soy salvo". "¿Está usted perdido?" "¡Oh, Dios no lo permita! Yo no estoy perdido". "¿Dónde está usted, entonces, si no está salvado ni perdido?" ¡Pueda Dios despertarnos al hecho de que todos estamos en un estado o en el otro!

Sr. M.-¿Qué pasaría si alguno de ellos cayera en pecado después de que ha venido a Cristo?
Sr. R.-Dios ha provisto para los pecados de los de Su pueblo, cometidos después de que ellos vinieron a Cristo, tan ciertamente como por sus pecados cometidos antes de que vinieran a Él. Cristo "vive siempre para interceder por los que por Él se acercan a Dios" (Hebreos 7:25). "Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo
para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad". . . . . Porque, "si alguno hubiere pecado, ABOGADO tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; y Él es la propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 1:8, 9, 2:1, 2). Él cuidará de nuestras pecaminosas, probadas y tentadas personas, si nos confiamos a Él. Sr. M.-¿No fue dicho que si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, "ya no queda más sacrificio por el pecado"? (Hebreos 10:26).

Sr. R.-Sí. Pablo escribió eso en su Epístola a los hebreos. Algunos de ellos estaban jugando con la sangre de Cristo, retrocediendo a los tipos y sombras de la Ley Levítica, y confiando en el cumplimiento de un ritual para obtener la salvación. Él no se está refiriendo a actos ordinarios de pecado. Por pecar voluntariamente él quiere decir, como él lo explica, un "pisotear al Hijo de Dios" (Hebreos 10:29), y una total y final apostasía de Cristo. Aquéllos que rechazan o no le dan mayor importancia encontrarán que no queda ningún otro sacrificio por el pecado. Antes de que Cristo viniera, las ceremonias judías eran sombras de las buenas cosas por venir; pero Cristo era la substancia de ellas. Pero ahora que Él ha venido para quitar el pecado por el sacrificio de Sí mismo, no hay ningún otro sacrificio por el pecado que quede para aquellos que lo rechazan. Dios no enviará a
ningún otro Salvador, ni a ninguna otra expiación; ninguna segunda "fuente se abrirá para el pecado y la inmundicia" (Zacarías 13:1). Por consiguiente, no queda nada para el que rechaza la salvación por Cristo, sino "una horrenda esperanza de juicio" (Hebreos 10:27). [N. de T.: Como estaban haciendo estos hebreos insistiendo con los sacrificios de corderos y el culto ceremonial dados por medio de Moisés. Estos son los sacrificios a los que el apóstol Pablo se refiere cuando dice que ya no queda otro sacrificio; el sacrificio de Cristo seguía disponible para ellos, pero ellos lo estaban ignorando voluntariamente persistiendo en los sacrificios ceremoniales, y por ese desprecio consciente y repetido del sacrificio de Cristo se hacían cada vez
más insensibles a la voluntad de Dios, poniéndose a sí mismos en una peligrosa posición].

Sr. M.-Hay algunos que dicen que no saben si tienen el tipo correcto de fe.

Sr. R.-Dios no nos pregunta si tenemos el tipo correcto de fe. Él nos dice la cosa correcta en que debemos creer, y la fe correcta es creer la cosa correcta, lo que Dios nos ha dicho y nos ha prometido. Si yo le dijera a usted Sr. Moody, que he encontrado un himnario anoche, me creería, ¿no? (Sr. Moody: Sí.) Suponga que yo dijera que era aquel valioso himnario que usted perdió la otra noche, también me creería igualmente. No hay
ninguna diferencia en el tipo de fe; la diferencia está en la cosa creída. Cuando el Hijo de Dios me dice que Él murió por los pecadores, ése es un hecho al que mi fe debe aferrarse: la fe en sí misma no es la cosa a ser considerada. Cuando tomo un regalo yo no miro mi mano, y me pregunto que tipo de mano es ella. Yo miro el regalo.

Sr. M.-¿Qué pasa con esas personas que dicen que sus corazones son tan duros, y que ellas no tienen amor a Cristo?

Sr. R.-Por supuesto que ellas son duras y frías. Ningún hombre ama a Cristo hasta que él cree que Cristo lo ama. "Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero" (1 Juan 4:19). Es el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo el que hace el cambio.

Sr. M.-Pablo dijo que él estaba "crucificado con Cristo" (Gálatas 2:20) ¿qué quiso decir?
Sr. R.-Oh, ése es un gran texto. Gracias a Dios yo he sido "crucificado con Cristo". La Cruz de Cristo
representa la muerte merecida por el pecador quien ha quebrantado las leyes de Dios. Cuando Cristo fue crucificado cada miembro de Su cuerpo fue crucificado: pero cada uno que fue, [y ya falleció], o es, o será un creyente, es un miembro del cuerpo de Cristo, de Su carne, y de Sus huesos. Nuevamente, leemos: "Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; o si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él: pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en particular" (1 Corintios 12:26,27). Entonces
cuando Cristo fue crucificado por el pecado, yo también fui crucificado en Él; y ahora estoy muerto -en lo que a mi viejo yo respecta. Ya he sufrido por el pecado en Él. Sí; estoy muerto y enterrado con Cristo. Ésa es la gran verdad a la que Pablo se aferró. Como un pecador yo estoy absolutamente muerto ante la vista de Dios. Como está escrito, yo estoy "muerto a la ley por el cuerpo de Cristo, para que sea de otro, a saber, del que resucitó de los muertos, a fin de que fructifique para Dios" (Romanos 7:4). "Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí" (Gálatas 2:20); y Dios mismo me ordena así también que considere mi posición ante Él como Su creyente hijo. "Porque en cuanto Cristo murió, al pecado murió una vez; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros, consideraos que de cierto estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:10,11).
Sr. M.-¿No debería un hombre arrepentirse mucho antes de venir a Cristo?

Sr. R.-"¡Arrepentirse mucho!" No creo que ningún hombre se arrepiente en el verdadero sentido de la palabra hasta que ama a Cristo y odia el pecado. Hay muchos falsos arrepentimientos en la Biblia. Se nos dice que Faraón se arrepintió cuando el juicio de Dios vino sobre él, y dijo, "he pecado" (Éxodo 9:27); pero ni bien desapareció el juicio, volvió a su pecado. Leemos que Balaam dijo: "he pecado" (Números 22:34). A pesar de eso, él "amó el pago de la maldad" (2 Pedro 2: 15). Cuando Saúl perdió su reino él se arrepintió; "he pecado", dijo (1 Samuel 15:24). Cuando Judas Iscariote descubrió que había cometido un gran error, dijo: "Yo he pecado entregando la sangre inocente" (Mateo 27:4); no obstante él fue "a su propio lugar" (Hechos 1:25). Yo no daría mucho por estos arrepentimientos; preferiría tener el arrepentimiento de Pedro: cuando Cristo miró a Su caído santo ello rompió su corazón, y él salió y lloró amargamente. O el arrepentimiento del Pródigo, cuando los brazos de su padre estaban alrededor de su cuello, y sus besos en su mejilla, y él dijo, "Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo" (Lucas 15:21).
Sr. M.-¿En qué se fundamenta su derecho al cielo?
Sr. R.-En la Persona, la Vida, Muerte, y Justicia, del Dios-hombre, el Hijo de Dios, mi Sustituto, y mi Salvador.
Sr. M.-¿Cómo obtiene eso?
Sr. R.-Recibiéndolo a Él. "A todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre" (Juan 1:12).
Sr. M.-¿Qué lo hace apto para el cielo?
Sr. R.-El Espíritu Santo que mora en mi corazón me hace idóneo para el cielo. Yo sólo tengo que llegar allí, y tengo, por este gran don, todos los gustos, deseos, y habilidades, para aquél: tengo los ojos para contemplarlo, tengo los oídos para la música del cielo, y puedo hablar el lenguaje del país. El Espíritu Santo en mí es mi aptitud y calificación para la espléndida herencia para la cual el Hijo de Dios me ha redimido.
Sr. M.-¿Usted haría una distinción entre la obra de Cristo por nosotros y la obra del Espíritu en
nosotros?
Sr. R.-La obra de Cristo por mí es el pago de mi deuda; Él me da un lugar en la casa de mi Padre, el lugar de hijo en la familia de mi Padre. La obra del Espíritu Santo en mí es hacerme apto para Su compañerismo.

Sr. M.-Usted distingue, entonces, entre la obra del Padre, la obra del Hijo, y la obra del Espíritu Santo. Sr. R.-Gracias a Dios, yo tengo la de todos, y yo quiero la de todos -Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Leo que mi Padre Celestial tomó mis pecados y los puso en Cristo; "Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros" (Isaías 53:6). Nadie más tenía el derecho de tocarlos. Luego quiero al Hijo, quien "Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" (1 Pedro 2:24). Y quiero al Espíritu Santo; yo no sabría nada sobre esta gran
salvación, y no me preocuparía nada por ella, si el Espíritu Santo no hubiera venido y no me hubiera dicho la historia, y no me hubiera dado la gracia para creerla.

Sr. M.-¿Qué significa cuando se nos dice que Cristo salva "hasta lo sumo"? (Hebreos 7:25).
Sr. R.-Esa es otra gran verdad. Algunas personas están intranquilas por la idea de que no podrán permanecer firmes si ellas vienen a Cristo. En el mundo hay tantos caminos torcidos, y peligros, y trampas; está el poder de la carne, y la asechanza del diablo. Entonces ellas temen que nunca llegarán al hogar. La idea del pasaje es esta. Suponga que usted está en la cima de alguna majestuosa montaña, muy en lo alto. Usted mira a lo lejos donde el sol se pone, y ve en medio muchos ríos, y muchos países, y muchos secos desiertos. Cristo puede salvarlo a través y encima de todos ellos, completamente, y más allá -hasta lo sumo.
Sr. M.-Suponga que un hombre entrara aquí recién salido de la prisión: toda su vida él ha estado
cayendo, cayendo, hasta quedar desalentado. ¿Puede Cristo salvarle inmediatamente?
Sr. R.-Para Cristo es exactamente igual de fácil salvar a un hombre con el peso de diez mil pecados sobre él y todas sus cadenas alrededor suyo, que salvar a un hombre con un pecado. Si un hombre ha ofendido en un punto, la Escritura dice que es culpable de todos.

Sr. M.-Si un hombre es perdonado, ¿saldrá y hará la misma cosa mañana?

Sr. R.-Bien, espero que no. Todo lo que yo puedo decir es que si lo hacemos, sufriremos por ello. Yo he hecho muchas cosas desde que el Señor se reveló a mi alma que no debería haber hecho -yo he ido hacia atrás y hacia abajo; pero siempre encontré que no hay provecho en hacer algo que aflige a mi Padre Celestial. Creo que a veces Él nos permite gustar la amargura que provoca el apartarse de Él. Y ésta es una de las muchas formas por las que Él nos guarda de caer.

Sr. M.-¿Cuál considera que es el pecado más grande?

Sr. R.-La Palabra de Dios nos dice que hay solamente un pecado del cual Dios sólo puede convencernos. Si yo cortara el cuello a un hombre o si yo robara, Dios no necesita convencerme que eso es un pecado. Pero se necesita el poder del Espíritu Santo para convencerme que no recibir a Cristo, no amar a Cristo, no creer en Cristo, es el pecado de pecados, la raíz de los pecados. Cristo dice, "Cuando el Espíritu venga convencerá al mundo de pecado, por cuanto no creen en mí" (Juan 16:8,9).
Sr. M.-¿Qué quiere decir usted cuando se refiere a la Palabra de Dios?

Sr. R.-El Hijo de Dios es la Palabra de Dios encarnada, la Biblia es la Palabra de Dios escrita. Uno es la Palabra de Dios en mi naturaleza, la otra es la Palabra de Dios en mi lenguaje.
Sr. M.-Si un hombre recibe la palabra de Dios en su corazón, ¿qué beneficio recibe él, aquí mismo esta noche?

Sr. R.-El Padre y el Hijo harán morada con él; y será el templo del Espíritu Santo. Donde él vaya la Trinidad entera irá; y todas las promesas son suyas. "No sólo de pan vive el hombre; sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4).
Sr. M.-¿Quién es el que juzga que un hombre es indigno de la vida eterna?
Sr. R.-¡¡Él mismo!! Hay un versículo en Hechos 13 que vale la pena recordar: "Viendo que desecháis [la Palabra de Dios], y os juzgáis vosotros mismos indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles"

(Hechos 13:46). Dios no nos juzga indignos. Él ha dado a Su Hijo para nuestra salvación. Cuando un hombre rechaza la Palabra de Dios y se niega a recibir a Cristo en su corazón, él se juzga a él mismo indigno de salvación.

Sr. M.-¿Debe entenderse, entonces, que si un hombre rechaza a Cristo esta noche, él se declara a sí mismo como indigno de la vida eterna?
Sr. R.-Él se está juzgando a sí mismo indigno, mientras que Dios no lo considera así. Dios dice que usted es bienvenido a la vida eterna.
Sr. M.-Si cualquiera aquí quiere agradar a Dios esta noche, ¿cómo puede hacerlo?
Sr. R.-Dios se complace en la misericordia. Venga a Dios y pídale Su misericordia en Cristo; y usted complacerá Su corazón.

Sr. M.-Suponga que un hombre diga que no es "elegido".
Sr. R.-¿Usted recuerda la historia de la mujer de Canaán? Pobre alma; ella había venido de un largo viaje. Ella le pidió al Señor que tuviera misericordia de su afligida niña. Él quiso probar su fe, y dijo: "No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mateo 15:24). Eso parecía como si Él mismo le dijera que ella no era una de los elegidos. Pero ella vino y le adoró, diciendo, "¡Señor, socórreme!" (Mateo 15:25), y Él le ayudó inmediatamente. No; no hay elección que separe al pecador de Cristo.

Sr. M.-Diga eso nuevamente.
Sr. R.-NO HAY ELECCIÓN QUE SEPARE AL PECADOR DE CRISTO. Sr. M.-¿Qué hay entre el pecador y Cristo?
Sr. R.-¡¡Misericordia!! ¡¡Misericordia!!
Sr. M.-Ella me acerca a Cristo.
Sr. R.-Tan cerca que no podemos estar más cerca. Pero nosotros debemos pedirla. En Juan aprendemos la enseñanza de Dios sobre la elección. "Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda nada, sino que lo resucite en el día postrero" (Juan 6:39). Él hará su trabajo, usted puede contar con ello. Luego en el siguiente versículo leemos: "Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero" (Juan 6:40). Esa es la parte que yo debo tomar: y cuando haya hecho así conoceré la voluntad del Padre acerca de mí.

Sr. M.-¿Qué quiere usted decir cuando habla del NUEVO NACIMIENTO?

Sr. R.-Yo lo explico por lo que conozco del VIEJO NACIMIENTO. Yo nací de padres humanos dentro de la familia humana; entonces pertenezco a la raza de Adán por naturaleza y por generación, y yo heredo en consecuencia el pecado y la maldición de Adán. El nuevo nacimiento es de mi unión por la fe con el segundo Adán, pero éste es por la gracia, no por la naturaleza, y cuando recibo al Señor Jesucristo nazco de Dios -no por generación, sino por regeneración. Así como estoy unido al primer Adán por naturaleza y generación, así estoy unido a través de la fe por la gracia y regeneración al segundo Adán, y heredo en consecuencia toda Su
plenitud.

Sr. M.-¿Cuál es el significado de ser "salvado por la Sangre"?
Sr. R.-Un señor me preguntó eso en la sala de consultas; "¿Qué quiere decir usted con la Sangre?" Ella es la vida derramada del Hijo de Dios -entregada como el pago por los pecados de los pecadores.
Sr. M.-¿Ella está disponible ahora?
Sr. R.-Sí; tanto como siempre lo estuvo.
Sr. M.-¿Usted quiere decir que ella es tan poderosa hoy como lo fue hace dieciocho siglos cuando Él la derramó?
Sr. R.-Si la sangre de Abel clamaba por venganza contra su asesino, ¡cuánto más lo hace la sangre de Cristo que clama por el perdón de todos los que lo imploran! "Ella limpia (tiempo presente) de todo pecado" (1 Juan 1:7).

Sr. M.-¿Cómo se obtiene la fe?
Sr. R.-Oyendo la Palabra de Dios. "La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). Sr. M.-¿Cómo se obtiene el Espíritu Santo?
Sr. R.-En la misma manera como se obtiene la fe. El Espíritu Santo usa la Palabra como el carro por el cual Él entra en el alma del creyente. El Evangelio es llamado "el ministerio del Espíritu" (2 Corintios 3:8). Sr. M.-¿La Palabra de Dios está dirigida para todos aquí?

Sr. R.-"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apocalipsis 3:22). Sr. M.-¿Qué es el Evangelio?

Sr. R.-"Buenas nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo" (Lucas 2:10). Si nuestro Evangelio, proclamando vida, perdón, y paz, no es aplicable para la salvación de la más vil ramera aquí como para el mayor santo de Londres, éste no es el Evangelio de Cristo que nosotros predicamos.
Sr. M.-¿Qué razón da la Escritura de porqué el Evangelio está oculto para algunos?
Sr. R.-Éste está "encubierto entre los que se pierden: En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Corintios 4:3,4). ¡Pueda Dios abrir nuestros ojos a todos, y quitar el velo de incredulidad con el que el diablo pueda estar cegando a alguno de nosotros!
Sr. M.-¿No hay muchos que dan un asentimiento intelectual a todas estas cosas; y que sin embargo no tienen poder, ni vida divina?
Sr. R.-Una aceptación intelectual no es fe. Nunca he encontrado a alguien que realmente creyó en la Palabra de Dios que no obtuviera poder por este creer. Las personas pueden asentir; pero yo no admito que esto sea creer. No creo que haya ningún hombre o mujer aquí que realmente crea en el Evangelio de la gracia de Dios, que no haya sido enseñado por el Espíritu Santo. Yo podría fácilmente interrogar a uno de esos "creyentes
intelectuales" que imaginan que creen en Dios, pero que realmente no lo hacen; y él se quebraría en pocos minutos.
Sr. M.-¿Para quién, entonces, murió Cristo?

Sr. R.-Por "EL IMPÍO" (Romanos 4:5).
Sr. M.-¿Por qué se obtiene la salvación por medio de la fe?
Sr. R.-Para que pueda ser por la gracia. "Por tanto es por la fe, para que sea por gracia" (Romanos 4:16). Sr. M.-¿Cómo puede un hombre saber si tiene la vida eterna?
Sr. R.-No tratando a Dios como si fuera un mentiroso, cuando Él nos dice que nos ha dado vida eterna en Su Hijo.

Sr. M.-¿Cuáles son los medios por los cuales el Nuevo Nacimiento del que nosotros estábamos hablando se efectúa?
Sr. R.-"Él, de Su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad" (Santiago 1:18). "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios. . . y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada" (1 Pedro 1:23, 25).

"¡Oh, el maravilloso amor de Jesús Que con Su sangre nos redimió!
Por Su mérito que paga toda culpa, Él nos ha traído cerca de Dios Por la gracia infinita que nos salva
Su nombre magnificaremos; Él está entrando en Su gloria, ¡Pronto nosotros lo veremos!
¡Oh, el maravilloso amor de Jesús
Que redime nuestras almas de la muerte!
Le agradeceremos, le alabaremos,
Mientras Su misericordia aliento nos preste: Esperando -sólo esperando- estaremos
Hasta que venga nuestras almas a llevar
Al Hogar libre de las sombras,
¡En Su Reino allá!"
F. Crosby.

QUE ES SER CONVERTIDO.

SR. MOODY: Cristo dice, "si no os convirtiereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 18:3). ¿Qué es ser convertido?
Sr. Radstock: "Convertirse" es volverse a Dios quien es el único que puede salvar. No podemos salvarnos a nosotros mismos ni siquiera por nuestra religión. Por lo tanto, para obtener la salvación debemos volvernos a Dios quien exclusivamente tiene la gracia, la sabiduría, y el poder para salvar.
Sr. M.-¿Qué es ser nacido del Espíritu?
Sr. R.-El hombre, por naturaleza, no puede acceder a los pensamientos de Dios. No puede tener comunión con Dios hasta que tenga una nueva naturaleza. El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios: él no tiene capacidad hasta que tenga la nueva vida que Dios le dará por el poder del Espíritu Santo.
Sr. M.-¿Puede él conseguir eso hoy si se arrepiente?
Sr. R.-Sí. El arrepentimiento significa un cambio de mente -un rechazo de sus propios pensamientos para oír la voz y el mensaje de Dios. Si nosotros escuchamos a la voz de Dios y confesamos nuestros pecados, Dios es "fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados" (1 Juan 1:9).
Sr. M.-¿A quién debemos confesar nuestros pecados?
Sr. R.-Cuando la luz de Dios entra, vemos que somos culpables ante Él; entonces somos impulsados a ir y
poner nuestro caso ante Él. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos.
Sr. M.-Hay un pasaje que dice que el Señor Jesucristo soportó nuestros pecados. ¿En qué sentido soportó Él nuestros pecados?
Sr. R.-El Señor Jesucristo fue realmente cargado con pecados que Él nunca cometió. Fue castigado como si Él hubiera sido el pecador. Por eso en la cruz exclamó, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:46). Dios estaba tratando a Jesús como si Él realmente hubiera sido el culpable.
Sr. M.-¿Obtenemos alguna ayuda por creer eso?

Sr. R.-Cuando yo creo el testimonio de Dios, el testimonio de Dios acerca de Jesús, puedo confiar entonces mi persona a Dios, entregándome a Dios, Dios llega a ser mi Salvador.
Sr. M.-¿Tienen estos amigos el poder para creer?
Sr. R.-Ellos están obligados a creer. Ellos pueden creer esto así como pueden creer cualquier otro hecho, si sólo escuchan la voz de Dios. Pero deben librarse de sus propios pensamientos, y escuchar a Dios: Oyendo Su voz ellos creerán. "La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios" (Romanos 10:17)
Sr. M.-¿Todo lo que el pecador tiene que hacer es descansar en las promesas de Dios?
Sr. R.-Simplemente confiar en Dios.
Sr. M.-¿Qué le diría usted a un hombre que dice que ha intentado muchas veces y falló; y que se ha descorazonado?
Sr. R.-Ese hombre probablemente hizo muchas buenas resoluciones, esperando que se haría gradualmente un cristiano pasando por este o aquel método, o por hacer esta o aquella cosa. Por supuesto él falló, porque intentó hacerse un cristiano él mismo. En vez de intentar salvarse, confíe en Dios, quien ha dado Su palabra de que todo el que cree en el Señor Jesucristo tiene en ese momento la vida eterna.
Sr. M.-¿Un hombre no debería separarse de algunos de sus pecados antes de venir a Dios? Suponga que él dice torpes palabras o tiene un mal genio, ¿no debería lograr un poco de control de su temperamento, o dejar de decir palabras malas, antes de venir a Cristo?
Sr. R.-Dios sabe que la naturaleza del hombre es mala: por eso Él ha prometido darle una nueva naturaleza. Por lo tanto debemos ir a Dios, exactamente como un hombre va a un médico, porque necesita ser curado de alguna enfermedad.
Sr. M.-¿Puede un bebedor o un blasfemo ser salvado inmediatamente?
Sr. R.-Pablo dice: "Al que no obra, pero cree en aquél que justifica al impío" -personas malas, personas
perdidas, personas arruinadas- "su fe le es contada por justicia" (Romanos 4:5). Cuando él cree a Dios, Dios se vuelve su Salvador. Dios es el amigo de los pecadores.
Sr. M.-¿Qué es creer a Dios?
Sr. R.-Tomarle la palabra.
Sr. M.-¿No piensa que hay muchos aquí que creen que Jesucristo es el Salvador del mundo; y a pesar de eso no son salvos?
Sr. R.-Sin duda; porque ellos no han creído para sí mismos. Un hombre en el tiempo del Diluvio, por ejemplo, podría haber dicho, "Sí, yo creo que ésta verdaderamente es un arca muy buena, y que salvará a aquellos que
entren en ella". Pero esto no significa que él entró en ella. El arca sólo salvó a aquellos que entraron en ella.
Así, cuando un hombre confía en Jesucristo para él, Jesús se vuelve su Salvador personal y eterno.
Sr. M.-¿Qué pasaría si él cayera en pecado después de haber creído en Cristo?
Sr. R.- "Estas cosas os escribo, para que no pequéis", dice Juan; "y si alguno hubiere pecado, Abogado
tenemos para con el Padre" (1 Juan 2:1). El Buen Médico no renunciará a Su caso debido a la enfermedad; Él tratará con ella. El Buen Pastor no echará a Sus pobres errantes ovejas; Él irá tras ellas, y las traerá nuevamente. Él ha prometido que salvará a Su pueblo de sus pecados.
Sr. M.-¿Está la salvación al alcance de toda persona aquí esta noche?
Sr. R.-Jesus dijo, "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Sr. M.-Pero algunos dicen que ellos no sienten eso; que no lo entienden.
Sr. R.-Cuando ellos le tomen a Dios Su palabra, y se arrojen sobre Él, aunque lo sientan o no -cuando ellos
confiesen a Jesucristo como su Señor- el Espíritu Santo vendrá con poder para hacerles comprender. Por
ejemplo, un hombre en el tiempo del Diluvio podría haber estado fuera del arca, y decir, "no puedo comprender como esta arca me alzará sobre las aguas". Pero si estuviera adentro cuando el diluvio viniera lo comprendería. El pecador debe creer primero, y tener su experiencia después. Se le dice a un hombre que un cierto tren lo llevará a Edimburgo. Él nunca ha estado allí: no tiene conocimiento sobre este tren en particular; y no puede comprender como lo llevará hasta allí. Pero él sabe que puede confiar en el amigo que le informó; así que entra en el tren. Entonces comprende que él está en el tren; luego podrá comprender que está en Edimburgo.
Sr. M.-¿Le aconsejaría a las personas que vengan a Dios como ellas están, con sus insensibles,
traicioneros y duros corazones -con cualquier tipo de corazón?
Sr. R.-Dios ha provisto esta salvación para los pecadores perdidos -aquellos que son completamente malos y corruptos. Es para los tales que Dios ha mostrado Su salvación, Su amor, Su gracia.
Sr. M.-¿Qué le diría a alguno que piense que no tiene poder para creer?

Sr. R.-Él tiene el poder para creer. Probablemente él está intentando creer algo acerca de él mismo, sentir algo acerca de él en lugar de darle crédito a Dios; no se le pide comprender esto o aquello acerca de sí mismo, sino que se le pide creer al Dios fiel.
Sr. M.-Algunos dicen que no tienen poder para superar un pecado obsesionante.
Sr. R.-Jesús vino proclamando libertad a los cautivos. Como leemos en las hermosas palabras del Libro de
Oración de la Iglesia de Inglaterra: "Aunque estemos atados y sujetos por las cadenas de nuestro pecado,
permita la ternura de Tu misericordia salvarnos". Jesucristo toma a los prisioneros del pecado y quita sus
cadenas.
Sr. M.-Hay algo dicho acerca de confesar a Cristo. ¿Le aconsejaría usted a alguno que quiere volverse un cristiano empezar aquí mismo confesando a Cristo con la boca?
Sr. R.-Dios ya está a su lado, quienquiera usted sea. Cristo es Emanuel -Dios con nosotros y por nosotros. Él ya está a su lado, aunque usted lo crea o no. Ahora es de usted el decidir si Él será su Salvador. Él dice que si usted se apropia de Él como Señor -quien es ahora rechazado por el mundo- Él es responsable para ser su Salvador desde ese momento.
DIÁLOGOS DEL EVANGELIO.
IV.-EL SR. MOODY Y EL PASTOR MONOD
SALVACIÓN.
SR. Moody-¿Cuál es el primer paso hacia la salvación?
Pastor Monod-Encontramos la respuesta en la historia del hijo pródigo. Si buscamos el primer síntoma de su
regreso al camino correcto lo descubriremos en estas palabras: "Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una
gran hambre en aquella provincia, y comenzóle a faltar . . . Y volviendo en sí, dijo . . . . Me levantaré, e iré a mi
padre" (Lucas 15:14,17,18). El primer paso hacia la salvación es recapacitar -a veces después de un largo viaje.
Entonces, volviendo en sí, el pecador tiene una sensación de necesidad, cualquiera fuere la necesidad. Para el
hijo pródigo, era hambre. En muchos casos, normalmente, verdaderamente, es una necesidad de perdón; pero
no siempre es éste el principio. Ésta puede ser simplemente una necesidad de fortalecimiento; o puede ser una
necesidad de consuelo. Otros, de nuevo, principalmente sienten una necesidad de amor; bien, Dios responde a
eso. No importa por cual puerta usted venga, con tal de que usted venga. Recuerdo a un amigo francés, ya ido a
su descanso, que me contó su muy llamativa conversión. Él me dijo, "No, yo no puedo decir que tuve una
percepción muy fuerte del pecado. Yo sólo me sentí feliz en el amor de Dios. Dios me hizo como una madre a veces hace a su niño cuando éste ha dormido demasiado: Él me despertó con un beso".
Sr. M-¿Es esta salvación inmediata? ¿Puede alguno ser salvado aquí esta noche?
Pastor M.-Yo no puedo entender como ésta puede ser salvación de alguna clase, si no es salvación inmediata. Si un hombre que se está ahogando no es salvado ahora, no veo en que sentido él está siendo salvado. ¿Qué
dice el Apóstol? "Por gracia sois salvos, por medio de la fe" (Efesios 2:8). En un sentido, por supuesto, nuestra salvación ha sido cumplida en el pasado; Cristo lo ha hecho todo, y nosotros sólo debemos recibirla. En otro
sentido, nuestra salvación, en su plenitud, todavía es futura, y "está ahora más cercana que cuando creímos"
(Romanos 13:11). No obstante también es verdad que somos salvados ahora; así como un hombre ahogándose es salvado ahora, aunque él todavía no se haya podido poner ropa seca, o sentirse absolutamente cómodo.

Sr. M.-¿Qué viene primero, la fe o el arrepentimiento?
Pastor M.-En el Evangelio de Marcos leemos: "Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio" (Marcos 1:14,15). El Apóstol Pablo dijo a los ancianos de Efeso: "Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a los judíos y a los gentiles arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo" (Hechos 20:20,21). Ambos, arrepentimiento y fe son necesarios; y son inseparables. No obstante, debemos nombrarlos en orden, el arrepentimiento viene primero. Una ilustración puede aclarar esto. ¿Qué es el arrepentimiento? No es de ningún modo un sentimiento; es un acto. El arrepentimiento significa darse vuelta. Conversión y arrepentimiento son dos traducciones de la misma palabra. Bien, suponga que usted se aparta de su pecado; eso no es suficiente: usted debe mirar a Cristo como su Salvador. El pecador inconverso da la espalda al Señor, ¿qué debe hacer para mirar a Cristo y creer en Él? Debe darse vuelta. Si no se da vuelta no puede ver al Salvador; y si él ve al Salvador, es evidente que se ha dado vuelta. ¿Cuál de los dos actos viene primero? El darse vuelta, por supuesto. Eso lo pone inmediatamente en la posición para mirar a su Salvador alejándose de su pecado. Yo no puedo aferrarme a mi pecado al mismo tiempo que estoy mirando a Cristo. Ni soy capaz de abandonar mi pecado si no es por mirar a Cristo. Pero yo me vuelvo a Él, que está listo para perdonar el pecado que estoy deseoso de abandonar. El arrepentimiento me pone en la posición correcta para creer; y podría agregar que creer es, a su vez, un sumamente poderoso
instrumento de arrepentimiento; de hecho, las más amargas lágrimas de arrepentimiento fluyen después de que hemos creído en el amor de Cristo.
Cuando yo era pastor de una iglesia canadiense-francesa, los ancianos de la iglesia le preguntaron a una pobre mujer anciana que ni siquiera podía leer, "¿Qué debemos hacer para ser salvados?" Ella contestó, tímidamente: "¡Oh!, me parece a mí que solamente si uno ha tenido un buen arrepentimiento en nuestro Señor Jesucristo está salvado". Yo nunca había oído la expresión antes, y pensé que ésta era muy impresionante; parecía resolver la inquietante cuestión sobre el arrepentimiento y el creer: lo que ella experimentó, usted ve, fue un buen
arrepentimiento en nuestro Señor Jesucristo.
Sr. M.-¿Qué es "creer"?
Pastor M.-Las cosas más comunes son los más difíciles de definir. Suponga que usted Sr. Moody me
preguntara, ¿qué es la vida? o, ¿qué es el amor? No sería fácil dar una respuesta. ¿Qué es creer? Bien, creerle a una persona, es considerar a esa persona como veraz. Creer una cosa, es considerar que esa cosa; es verdadera. Si usted me cree, entonces, usted da por hecho que cualquier promesa que yo le haga será cumplida. Si usted cree que un billete del banco que se le ofrece es genuino, usted considera que vale $5, o $10, o $50, aunque es solamente un pedazo de papel. Si usted tiene la más leve duda sobre su autenticidad, entonces no se atrevería a considerarlo como dinero. Si usted se siente seguro de que es falsificado, no lo toma en cuenta en absoluto. En los dos últimos casos usted rechaza aceptarlo. La prueba de la confianza está en el aceptar.
Sr. M.-Muchos piensan que deben esperar el tiempo de Dios para ser salvados. ¿Cuál es el tiempo de Dios?
Pastor M. Me parece que hemos dado la respuesta con nuestros propios labios este mismo día. Nosotros hemos estado cantando:
Mientras Jesús te susurra, ¡ven, pecador, ven!
Mientras estamos orando por ti, ¡ven, pecador, ven!
Ahora es el tiempo para poseerlo, ¡ven, pecador, ven!
Ahora es el tiempo para conocerlo, ¡ven, pecador ven!"
Y de nuevo:
Hay Uno que te ama, ¡oh, recíbelo ahora!
Él ha esperado todo el día, ¿por qué esperas tú?
Pero tenemos algo mejor que himnos; tenemos la Palabra de Dios. Allí se nos dice muy definidamente cual es el tiempo. Él dijo, "En tiempo favorable te he oído, y en día de salvación te he socorrido: he aquí ahora el tiempo favorable; he aquí ahora el día de salvación" (2 Corintios 6:2). Podemos pensar que nosotros estamos esperando; pero es Dios quien está esperando por nosotros todo el tiempo. Cuando nos decidimos, por supuesto que tenemos un derecho para decir: Ahora es el tiempo de Dios para recibirme. Pero nosotros deberíamos haber decidido mucho tiempo antes. ¿Cómo haríamos para decirle a un hijo incrédulo que él debería regresar a su padre algún día, o luego, o mañana? Su deber evidente es volver ahora.

Sr. M.-Entonces, si estos amigos se fueran sin ser salvos, ¿están agregando pecado al pecado?
Pastor M.-Ciertamente: porque la incredulidad no es una mala suerte, es un pecado -el pecado del que el
Espíritu Santo debe convencer a los hombres; "de pecado, por cuanto no creen en mí" (Juan 16:9). Nosotros
estamos haciendo a Dios un mentiroso al negarnos a recibir el testimonio que Él ha dado acerca de Su Hijo.

Sr. M.-Después de que ellos crean, ¿Qué tienen que hacer? Muchos tienen miedo de recibir a Cristo
porque piensan que cuando ellos salgan mañana, tendrán las mismas tentaciones que hoy, y caerán en
pecado.
Pastor M.-Ellos se olvidaron de que si ellos creen esta noche, entonces ellos se han aferrado de Cristo, y Cristo se ha aferrado de ellos. Él dice: "Estad en mí, y yo en vosotros" (Juan 15:4). Si yo creo en Cristo yo soy uno con Él. "El que se une con el Señor, un espíritu es" (1 Corintios 6:17). De ahora en adelante voy a obtener toda mi vida de Cristo, no de mí mismo. "En mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien" (Romanos 7:18), pero "la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte" (Romanos 8:2).
Un cristiano trabajador, siendo preguntado de que forma él se mantuvo caminando en los caminos de obediencia, contestó: "Bien, yo vine al Salvador; Él me recibió; y yo nunca le dije, 'adiós'". Sr. M.-Suponga que ellos caigan en pecado después de que han creído. Pastor M.-Nosotros no debemos, y no es inevitable, caer en pecado, pero podemos caer y caemos en pecado. Si hemos caído así, se nos dice claramente lo que debemos hacer. "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2:1). "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad" (1 Juan 1:9). ¿Hemos caído? Volvamos a Cristo, y confesemos esto sinceramente. Digámosle a Él todo acerca de esto; y entonces reanudemos el camino de obediencia, descansando, no en nuestros buenos propósitos, sino en Él mismo, en Su sangre derramada por nosotros, en Su palabra, en Su amor, recordando lo que se dice en la Epístola de Judas acerca de "Aquel que es poderoso para guardaros sin caída" (Judas 1:24).

Alguno responderá, "Oh, sí; está escrito que Él es poderoso, ¡pero no que Él está deseoso!" ¡Qué ofensa a Dios! Suponga que usted es un cirujano, y le dice a un pobre hombre cuyo brazo está roto, "Mi buen compañero, yo puedo curarlo". Él le implora para que así lo haga. "Ah", usted agrega, "¡pero yo no dije que estuviese deseoso!" ¡Vaya!, si usted no estuviera deseoso, lo mínimo que usted podría hacer sería dejar al hombre solo.
Pero ir y burlarse de él diciendo que usted era capaz pero que no estaba deseoso, sería cruel y sin corazón.

Ninguno de nosotros "que somos malos" (Mateo 7:11) haríamos una cosa semejante; mucho menos nuestro Padre que está en los cielos. No; cuando Dios dice que Jesús es "capaz de salvar hasta lo sumo" (Hebreos 7:25), que es "poderoso para guardarnos sin caída" (Judas 1:24), eso sin dudas implica que Él está deseoso. Tengamos entonces plena confianza, no apoyándonos en nosotros mismos o en nuestras reuniones, aunque ellas son benditas, sino solamente en la fidelidad de Dios.
Sr. M.-Díganos como podemos tener una vida victoriosa sin cesar, todo el tiempo. Pastor M.-Bien, en primer lugar, ¿se ordena y se nos promete una vida así? ¿Qué dice Cristo? "Confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). "Bástate mi gracia" (2 Corintios 12:9). ¿Qué dice Pablo? "Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37). ¿Qué dice Juan? "¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Juan 5:5). La vida victoriosa de fe se resume en el último versículo de Colosenses 1: "También trabajo, combatiendo según la operación de Él, la cual obra en mí poderosamente". El Apóstol estaba trabajando y combatiendo todo el tiempo, pero toda la energía para ese combate y para ese trabajo venía de Cristo; era Su obrar el que obró poderosamente en Su siervo. Si vamos a vencer a nuestros enemigos, en primer lugar debemos tomar nuestra correcta posición en Cristo. Como dice en Romanos 6: "Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:11). Empiece con eso. Ello no es algo para ser encontrado al final de la vida cristiana: ello es real, práctico, un punto de partida. Dígase a usted mismo: "Yo estoy muerto al pecado, no por algún esfuerzo mío, sino por la muerte de Cristo". "Uno murió por todos, entonces todos son muertos" (2 Corintios 5:14). Considérelo así. No consulte sus sentimientos acerca de ello. Tómelo como un
hecho cumplido que la muerte de Cristo está entre el hombre que usted era y el hombre que usted es. Pero, además, debemos considerarnos como vivos para Dios. Dios nos ordena que lo consideremos; entonces no
necesitamos retroceder, ni temer que esto no resulte verdadero. Entonces cuando una tentación viene, diga a esa tentación: "¡Yo estoy vivo para Dios; yo soy más fuerte que tú, oh tentador! Yo estoy puesto en el poder de la resurrección de Cristo. Tú no me superarás; sino que probando mi fe de esa forma tú solamente me harás más fuerte". Porque es un hecho glorioso que cada tentación sobre la que triunfamos por la fe en Cristo nos deja más fuertes que antes. Necesito agregar, ¡ay! que cada vez que cedemos nos debilitamos.

La victoria nos pertenece. Aferrémonos de ello y marchemos hacia adelante "triunfando y para triunfar". Y si hubiera falla en nuestra fe, con la derrota como consecuencia, no nos descorazonemos por ellas -menos aún nos resignemos ante ellas. Mantengamos arriba nuestro único estandarte -la Cruz de Cristo. Confiemos en las promesas de Dios en Cristo, que son las promesas de perdón, de paz, de libramiento, de pureza, de poder, de gozo, de victoria, de plena y eterna redención.
"¿Retrocederé y tendré miedo?: 'Yo te ayudaré,' ha dicho Cristo.
¿Huiré ante el enemigo Cuándo Su brazo lo puede vencer?
¡Jesús! Roca de fuerza divina, Sea mi contraseña, '¡Cristo es mío!'"
"¿Suspiraré por cisternas aquí,
Cuando una fuente fluye cercana?
¿Llevaré la carga triste de la vida,
Llorando por mi condición abatida?
¡No! El poder de la Salvación brillará
En mi contraseña, 'Cristo es mío!'"
Anna Shipton

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