La ley y la gracia

Predicaciones, enseñanzas, consejos y estudios para que tengas un vigoroso creciemiento espiritual

• La fuente de la gracia 
• Salvado solamente por la gracia 
• Haciendo obrar hacia afuera 
• Gracia para los pecadores 
• La ley y la gracia 
• Gracia para vivir 
• Gracia para servir 
• Las campanas del evangelio
• Que es ser un hijo de Dios
• Salvación

EN LA Epístola a los romanos, Pablo escribe "Porque como por la desobediencia de un hombre muchos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de Uno muchos serán constituidos justos, empero, la ley entró para que la ofensa abundase, pero donde el pecado abundó, la gracia abundó mucho más: para que como el pecado reinó
para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor" (Romanos 5:19-21). Moisés era el representante de la ley. Usted recuerda que él llevó a los hijos de Israel a través del desierto, y los
trajo hasta el río Jordán, pero allí los dejó. Él pudo llevarlos hasta el río que es un tipo de la muerte y el juicio; pero Josué (que significa Jesús -el Salvador-) los llevó directamente a través de la muerte y el juicio -a través del Jordán a la Tierra Prometida. Aquí tenemos la diferencia entre la Ley y la Gracia; entre la Ley y el Evangelio. Tomemos otra ilustración. Juan el Bautista fue el último profeta de la dispensación antigua -el último profeta
bajo la ley. Usted recuerda que antes de que Cristo hiciera Su aparición en el río Jordán, el clamor de Juan día a día era: "¡Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado!" Él tronó desde la ley. Él llevó a sus oyentes bajo el río Jordán y los bautizó. Él los puso en el lugar de la muerte; y hasta allí era hasta donde podía llevarlos. Pero había Uno viniendo detrás de él quién podría llevarlos a la Tierra Prometida. Como Josué llevó al pueblo a través del río Jordán a Canaán, así Cristo bajó al río Jordán de la muerte, a través de la muerte y el juicio, hasta la tierra de la resurrección.

Si usted recorre toda la Escritura encontrará que la ley lleva a la muerte. "El pecado reinó para muerte". Un amigo me estuvo contando recientemente que un conocido suyo, un ministro, que una vez fue llamado a oficiar un entierro, en lugar de un capellán, (que estaba ausente), de una de las prisiones de Su Majestad, [D. L. Moody
pronunció estas palabras ante una audiencia en Inglaterra]. Él notó que sólo un hombre solitario siguió el cuerpo del delincuente a la tumba. Cuando la tumba estaba siendo cubierta, este hombre le dijo al ministro que él era un oficial de la ley cuyo deber era mirar el cuerpo del culpable hasta que éste fuera enterrado y se perdiera de vista; ése era "el fin" de la ley británica, [con doble significado: la finalidad y a la vez el límite o fin de la ley].
Y eso es lo que la ley de Dios hace al pecador; le lleva derecho a la muerte, y lo deja allí. Tengo lástima en lo profundo de mi corazón de aquellos que están intentando salvarse por la ley. Ella nunca lo hizo; nunca querrá; y nunca podrá, salvar el alma. Cuando las personas dicen que van a intentar y harán lo mejor de sí, para así salvarse a sí mismas por la ley, me gusta tomarles en su propio terreno. ¿Han hecho alguna vez verdaderamente lo mejor? Concediendo que pudiera haber una oportunidad para ellos, si ellos la tuvieran, ¿no hubo alguna vez un tiempo cuando pudieron haber hecho un poco mejor? Si un hombre quiere hacer lo mejor de sí, que acepte la gracia de Dios; esa es la mejor cosa que cualquier hombre o mujer puede hacer.
Pero usted preguntará, ¿para qué fue dada la ley? Puede sonar bastante extraño, pero la ley se dio para que pudiera tapar la boca de todo hombre. "Nosotros sabemos que lo que la ley dice, a los que están bajo la ley lo dice: para que toda boca se tape, y todo el mundo pueda ser culpable ante Dios. Por consiguiente por las obras de la ley ninguna carne será justificada ante Su vista; por que por la ley es el conocimiento del pecado" (Romanos 3:19-20). La ley cierra mi boca; la gracia la abre. La ley encierra con llave mi corazón; la gracia lo abre: y entonces la fuente de amor empieza a fluir hacia afuera. Cuando los hombres tengan sus ojos abiertos para ver esta verdad gloriosa, ellos cesarán su constante empeño. Ellos dejarán de intentar hacer su camino al reino de Dios por las obras de la ley. Ellos se darán por perdidos, y tomarán la salvación como un regalo gratuito. La vida nunca vino por la ley. Como alguien ha observado. Cuando la ley fue dada, tres mil hombres perdieron la vida; pero cuando la gracia y la verdad vinieron en Pentecostés, tres mil obtuvieron la vida. Bajo la ley, si un hombre se volviera un borrachín, los magistrados lo sacarían y lo apedrearían hasta la muerte. Cuando el
pródigo vino a casa, la gracia lo encontró y lo abrazó. La ley dice, ¡Apedréalo! la gracia dice, ¡Abrázalo! La ley dice, ¡Golpéalo! la gracia dice, ¡Bésalo! La ley lo persiguió, y lo encerró; la gracia dijo, ¡suéltalo y déjalo ir! La ley me dice cuán desviado soy; la gracia viene y me hace recto.

Tengo lástima de aquellos que siempre están rondando el Sinaí, esperando obtener vida allí. Yo tengo un viejo amigo en Chicago que siempre está paseando en el Sinaí. Él es verdaderamente un buen hombre; pero creo que él tendrá una historia diferente para decir cuando él llegue al hogar celestial. Él piensa que yo predico demasiado la gracia gratuita; y debo confesar que me gusta hablar de la gracia gratuita de Dios.
Este amigo mío se siente como si él tuviera una especie de misión para seguirme; y siempre que sea que tiene una oportunidad él entra con los truenos del Sinaí. Yo no me lo encontré nunca todavía sin que él estuviese tronando desde el monte Horeb. La última vez que estuve en Chicago, le dije, "¿estás permaneciendo todavía alrededor del Sinaí?" "Sí", dijo él, "yo creo en la ley". He hecho averiguaciones, y nunca oí hablar de nadie que haya sido convertido bajo su prédica: los resultados siempre han menguado y se han extinguido. Si la ley es la puerta al cielo, entonces no hay esperanza para ninguno de nosotros. Un Dios perfecto puede tener sólo una norma perfecta. El que ofende en un punto es culpable de todos (Santiago 2:10): así que "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Pablo dice a los Gálatas: "¿Es la ley entonces contra las promesas de Dios? En ninguna manera: porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia sería verdaderamente por la ley. Pero la Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe de Jesucristo. Pero antes de que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que había de ser descubierta. De manera que la ley fue nuestro instructor para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe. Pero una vez venida la fe, ya no estamos bajo instructor; porque todos sois hijos de Dios por la fe en Jesucristo" (Gálatas 3:21-26).

EL PODER ENTERNECEDOR DE LA GRACIA

Así vemos que la ley no puede dar vida; todo lo que puede hacer es traernos ante quien es la vida. Se dice que la ley es "un instructor". Quizás algunos de ustedes no sepan lo que es un instructor. Si usted hubiera estado bajo el mismo instructor de cuando yo era muchacho, entonces usted lo hubiera sabido. Él tenía un buen bastón y éste era usado frecuentemente. En el pequeño distrito rural donde yo fui a la escuela, había dos partidos: con el objetivo de ilustrar podemos llamar a uno el partido de la "ley" y al otro el partido de la "gracia". El partido de la ley decía que no había posibilidad de que los muchachos fueran controlados sin el bastón: y ellos pusieron un instructor que actuaba según ese plan. La contienda siguió, y por fin, en una elección, un día, el partido de la ley fue vencido, y el partido de la gracia gobernó en su lugar. Me sucedió estar en la escuela en ese momento; y recuerdo que nosotros nos dijimos unos a otros que íbamos a tener un gran tiempo aquel invierno. No habría más ningún castigo corporal, e íbamos a ser gobernados por el amor. Yo era uno de los primeros en romper las reglas de la escuela. Nosotros teníamos una maestra, y ella me pidió que me quedara. Pensé que el bastón estaba por aparecer de nuevo: e iba a protestar contra eso. Yo realmente estaba con un ánimo de pelea. Ella me llevó aparte. Se sentó y empezó a hablar amablemente conmigo. Yo pensé que eso era peor que el bastón; no me gustó. Vi que ella no tenía ningún bastón. Ella dijo: "He tomado una determinación, que si no puedo controlar la escuela a través del amor, la dejaré. No habrá ningún castigo; y si usted me ama, se esforzará y guardará las reglas de la escuela". Sentí algo justo aquí en mi garganta. Yo no era alguien de derramar muchas lágrimas; pero ellas vinieron -no pude contenerlas. Le dije, "Usted no tendrá ningún problema más conmigo"; y así fue. Yo aprendí ese invierno más que en los otros tres juntos. Esa fue la diferencia entre la ley y la gracia. Cristo dice, "Si me amáis, guardad Mis mandamientos" (Juan 14:15). Él nos saca de debajo de la ley, y nos pone bajo la gracia. La gracia romperá el corazón más duro. El amor de Dios fue el que lo impulsó a enviar a Su Hijo unigénito al mundo para que Él pudiera salvarlo. Yo supongo que el ladrón había pasado por el juicio sin ser ablandado. Probablemente la ley había endurecido su corazón. Pero sobre la cruz no dudo que aquella tocante oración del Salvador, "¡Padre, perdónalos!" quebrantó su corazón, para que él clamara: "¡Señor, acuérdate de mí!". Él fue llevado a pedir misericordia. Yo no creo que haya ningún hombre totalmente perdido, al contrario, la gracia de Dios ablandará su corazón. Se cuenta de Isaac T. Hopper, el cuáquero, que él encontró una vez a un hombre negro profano, llamado Caín, en Filadelfia, y lo llevó ante un magistrado que lo multó por blasfemar. Veinte años después, Hopper encontró a Caín cuya apariencia estaba muy cambiada para peor. Esto tocó el corazón del Amigo, ["Amigo": nombre que se dan los cuáqueros]. Él caminó rápidamente hacia él, le habló amablemente, y estrechó sus manos con ese desdichado: "¿Me recuerda usted" dijo el cuáquero, "como yo lo hice multar severamente por blasfemar?" "Sí, verdaderamente: recuerdo lo que pagué tan bien como si fuera ayer". "¿Bien, te hizo eso volverte algo bueno?""No, ni un poquito: me enojó que se me hubiera sacado mi dinero". Hopper invitó a Caín a calcular el interés sobre la multa, y le pagó el capital y también los intereses. "Yo quise darte a entender lo bueno para ti, Caín; y lo siento, te hice un daño". El semblante de Caín cambió; las lágrimas rodaron por sus mejillas. Él tomó el dinero muy agradecido, se volvió un hombre tranquilo, y no fue oído que blasfemara de nuevo. PAZ, GRACIA Y GLORIA.
Así que hay una gran diferencia entre la ley y la gracia. "Estando justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios" (Romanos 5:1-2). Hay tres cosas preciosas aquí: la paz para el pasado; la gracia para el presente; y la gloria para el futuro. No hay ninguna PAZ hasta que nosotros vemos la obra terminada de Jesucristo, hasta que podemos mirar atrás, y ver la Cruz de
Cristo entre nosotros y nuestros pecados. Cuando vemos que Jesús fue "el fin de la ley para justicia" (Romanos 10:4); que Él "gustó la muerte por cada hombre" (Hebreos 2:9); que Él "sufrió el Justo por los injustos" (1 Pedro 3:18), entonces viene la paz. Tenemos luego "la GRACIA en la cual estamos firmes". Hay abundancia de gracia para nosotros tanto como la necesitemos, día tras día, y hora tras hora. Luego hay GLORIA para el tiempo por venir. Una gran cantidad de personas parecen olvidarse que lo mejor está delante de nosotros. El Dr. Bonar dice que todo lo que está adelante del verdadero creyente es "glorioso". Este pensamiento se afirmó en mi alma; y empecé a buscar sobre el tema, y a ver lo que podía encontrar en la Escritura que fuese glorioso en el futuro. Encontré que el reino que vamos a heredar es glorioso: nuestra corona será una "corona de gloria" (1 Pedro 5:4); la ciudad que vamos a habitar es la ciudad de los glorificados; las canciones que vamos a cantar son las canciones de los glorificados; vamos a llevar vestidos de "gloria y belleza"; nuestra sociedad será la sociedad de los glorificados; nuestro descanso va a ser "glorioso"; el país en el que vamos a estar será lleno de "la gloria de Dios y del Cordero". Hay muchos que siempre están mirando hacia atrás del camino, y lamentándose de los problemas por los que han pasado; ellos siguen cargando los cuidados y ansiedades que se les ha pedido que entreguen, y están siempre mirándolos. ¿Por qué debemos ir tambaleándonos y titubeando bajo las cargas y cuidados de la vida cuando tenemos tales perspectivas delante de nosotros? Si más adelante hay solamente gloria, nuestras caras deberían relucir todo el tiempo brillantemente. Si un escéptico viniera aquí y mirara los semblantes del público, él encontraría a muchos de ustedes mirando como si solamente estuviera la gloria ante ustedes. Muchas veces me parece como si estuviera en un entierro, las personas se ven tan tristes y deprimidas. Ellas no parecen conocer mucho de la alegría del Señor. Ciertamente si nosotros estuviéramos mirando directamente hacia la gloria que nos espera, nuestras caras se iluminarían continuamente con la luz del cielo. Nosotros podemos predicar por nuestros semblantes si queremos.

Cuando más cerca estemos de esa tierra de gloria -donde estaremos con Cristo- tanta más paz, y alegría, y descanso debemos tener. Si solamente quisiéramos acudir al trono de la gracia, tendríamos fuerza para soportar todos nuestros problemas y pruebas. Si usted tomara todas las aflicciones que la carne ha heredado y las pone sobre cualquiera de nosotros, Dios tiene suficiente gracia para llevarnos derecho sin flaquear.
Alguien ha compilado lo siguiente, lo cual describe bellamente el contraste entre la ley y la gracia:

LA LEY fue dada por Moisés.
LA GRACIA y la verdad vinieron por Jesucristo (Juan 1:17). LA LEY dice: haz esto, y vivirás (Gálatas 3:12).
LA GRACIA dice: vive, y entonces haz esto.
LA LEY dice: págame lo que me debes (Mateo 18:28).
LA GRACIA dice: yo te perdono todo (Lucas 7:42).
LA LEY dice: la paga del pecado es muerte.
LA GRACIA dice: el regalo de Dios es vida eterna (Romanos 6:23).
LA LEY dice: el alma que pecare, ésa morirá (Ezequiel 18:20).
LA GRACIA dice: Quienquiera que cree en Jesús, aunque esté muerto, aun así vivirá; y quienquiera que viva y cree en Él nunca morirá (Juan 11:25,26).
LA LEY pronuncia la condenación y la muerte.
LA GRACIA proclama la justificación y la vida.
LA LEY dice: haz un nuevo corazón y un nuevo espíritu.
LA GRACIA dice: te daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ti (Ezequiel 11:19).
LA LEY dice: maldito es cualquiera que no permanece en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley para hacerlas (Gálatas 3:10).
LA GRACIA dice: bendito es el hombre cuyas iniquidades son perdonadas, cuyo pecado es cubierto; bendito es el hombre a quien el Señor no imputará iniquidad (Romanos 4:7,8).
LA LEY dice: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza (Deuteronomio 6:4).
LA GRACIA dice: aquí está el amor: no en que nosotros amamos a Dios, sino en que Él nos amó, y envió a Su Hijo para ser la propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10).
LA LEY habla de lo que el hombre debe hacer para Dios.
LA GRACIA cuenta lo que Cristo ha hecho por el hombre.
LA LEY se dirige al hombre como parte de la vieja creación.
La GRACIA hace a un hombre un miembro de la nueva creación.
LA LEY tiene que ver con una naturaleza inclinada a la desobediencia. LA GRACIA crea una naturaleza inclinada a la obediencia.
LA LEY exige obediencia por el terror al Señor.
LA GRACIA suplica a los hombres por las misericordias de Dios (Romanos 12:1). LA LEY exige santidad.
LA GRACIA da santidad.
LA LEY dice: condénalo (2 Corintios 3:6-9).
LA GRACIA dice: abrázalo (Lucas 15:20).
LA LEY habla de sacrificios sacerdotales ofrecidos año por año continuamente que nunca podían hacer perfectos a los que los ofrecían (Hebreos 10:1).
LA GRACIA dice: pero este Hombre, después de que ha ofrecido un sacrificio para siempre por los pecados . . . con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10:10,14).
LA LEY declara que los que han pecado en la Ley, serán juzgados por la Ley.
LA GRACIA trae paz eterna al alma atribulada de cada hijo de Dios, y proclama la salvación de Dios en
desafío a las acusaciones del adversario. "Él que oye Mi palabra, y cree en Él que me envió, tiene la vida
eterna, y no entrará en el juicio (condenación), sino que ha pasado de la muerte a la vida" (Juan 5:24).

¿De dónde a mí este espíritu tranquilo:
A mí todo pecador como soy yo?
¿Es así como desciende el mérito
Del Cordero del pecado libertador?
La gracia, todo el poder para librar,
Regalo de un Creador Dador,
Como un río pleno, refrescante,
Siempre fluyendo.
Sobre todos mis cursos de pecar
derrama sin límite sus aguas,
Limpiando, fertilizando, ganando
Para el Señor la tierra estéril.
Abundancia del tesoro celestial,
Fuentes de complacencia del Padre,
Todas las marcas de medida humana
Desbordando
No mi virtud o arrepentimiento
Obtuvo el don precioso para mí.
Tú, mi Salvador, me hiciste tierno,
Tuyas las punzadas que me pusieron libre,
Regalo de gracia más allá de toda comprensión,
Del corazón de Jesús fluyendo,
Siempre fluyendo , desbordando,
Fluyendo gratuitamente".

• La fuente de la gracia 
• Salvado solamente por la gracia 
• Haciendo obrar hacia afuera 
• Gracia para los pecadores 
• La ley y la gracia 
• Gracia para vivir 
• Gracia para servir 
• las campanas del evangelio
• Que es ser un hijo de Dios
• Salvación

« Crecimiento Espiritual