El profeta Abraham y los problemas familiares

Estudios de profetas y profecía - Bill Hamon

CAPITULO 5

Las personas en las profesiones de servicio, tales como los ministerios eclesiales, la medicina, las leyes, la política y el trabajo policial, parecen recibir su mayor carga de stress de su vida familiar. Las mayores pruebas y problemas del profeta Abraham le vinieron de su familia. Su problema de raíz y su trampa fue permitir que las influencias familiares le obstaculizaran obedecer a Dios completamente a modo de cumplir la palabra personal de Dios para él.

Presiones Familiares. Para comenzar, el amor de Abraham por su familia, la presión de sus parientes, y el sentido de tener obligaciones hacia sus padres, lo condujo a llevar su familia con él cuando dejó Ur de los caldeos. Esta acción fue solamente una obediencia parcial a su profecía personal, y estorbó el cumplimiento de su ministerio por cierto período de tiempo.
El por consiguiente se estableció antes de llegar a Canaán, viviendo en Harán por varios años antes que él viniera a su ministerio en Canaán. Se quedó allí hasta que su padre murió, antes que viniera a su ministerio de Canaán (Gen. 11:31-12:4).
De nuevo, fue un miembro de la familia - su sobrino Lot, a quien Abraham tuvo que dejar atrás - quien causó una división entre los seguidores de Abraham después de experimentar un considerable crecimiento en su ministerio en Canaán (Gn. 13:1-11). La trampa consistió en permitir el tipo equivocado de influencia familiar en su toma de decisiones. El problema emergió una vez más cuando su esposa Sara lo influenció a tomar a Agar, su sierva egipcia, como madre sustituta para producir la simiente prometida. Los resultados de condescender a ese consejo le costaron caro como padre, generando un ministerio de Ismael que ha perseguido y se ha opuesto al ministerio profetizado de Isaac hasta este día (Gn. 16).
No Debemos ser Dictadores. Debemos notar aquí, por supuesto, que esto no implica que los profetas deban ser unos dictadores en sus hogares. Un profeta casado o una profetisa casada debe ser un colaborador con su pareja, y entonces ambos idealmente deben moverse en unidad y con un testimonio mutuo. Aun los niños deben ser entrenados e involucrados para conocer la mente de Cristo con respecto a la familia y hacer decisiones proféticas.
No obstante, hay épocas en que Dios revela claramente su voluntad al profeta, y este como un sacerdote de su hogar debe tomar una posición firme para esperar pacientemente hasta que el camino de Dios para el cumplimiento de su profecía personal le sea revelado. Los miembros de la familia algunas veces tienen su manera de hacer presión sobre el profeta para que tome la iniciativa en cumplir la profecía. La mayoría de las veces estos miembros de la familia están motivados por sus propias convicciones más que por la dirección divina acerca del cuándo, dónde y cómo cumplir una palabra.
Yo puedo recordar épocas como esta en mi propia vida cuando tuve que pararme firme en lo que yo sabía que Dios me había hablado, aunque algunos de los miembros de mi familia no estaban listos para hacerlo. Aún así, quiero enfatizar, que yo normalmente no hago decisiones mayores ni tomo acciones mayores sin el consentimiento de mi esposa, y usualmente también sin el de nuestros hijos adultos. Creo que cuando las cosas son hechas en el tiempo y a la manera de Dios, una pareja experimentará testimonio y acuerdo mutuo.
Cada situación familiar es única, así que es imposible presentar reglas firmes en este asunto que sean obligatorias para cada familia. Puedo entender y sentir compasión por la situación en la cual muchos profetas se encuentran a si mismos cuando su familia no es lo espiritual, comprometida y adecuadamente relacionada con Dios como lo son ellos. Mi esposa e hijos comparten mis prioridades y compromisos, de modo que no puedo juzgar a otros con una situación diferente. Nosotros simplemente debemos reconocer que algunos casos involucran asuntos complejos y sensibles que deben ser tratados sobre una base individual cuando un profeta busca obedecer la dirección divina y mantener aún así relaciones familiares piadosas.
Aunque la Biblia nos dice como Abraham permitió que su familia lo influenciara equivocadamente, nunca muestra que Dios reprendiera a Abraham específicamente por permitirles a sus parientes obstaculizar el cumplimiento de sus profecías personales de esa manera.
Yo creo que esto revela la alta prioridad de Dios por las estructuras y las relaciones familiares. Después de todo Él creó la familia y las relaciones familiares antes de que los profetas y la Iglesia vinieran a existir. Así que yo creo que una persona debe tener una instrucción directa de Dios, confirmación pastoral, y varias otras confirmaciones de ministros maduros antes de actuar sobre cualquier palabra de profecía personal que pueda obstaculizar las relaciones familiares.
El Síndrome del Niño Consentido. Cuando leemos en la Biblia acerca del sacerdote israelita Elí y sus hijos, descubrimos lo que yo llamaría, "el síndrome del niño consentido". Este problema es común entre los "predicadores infantiles", pero puede desarrollarse en cualquier familia donde los padres miman a sus hijos in apropiadamente. Los destructivos resultados de esto pueden durar más allá de la niñez y minar el potencial para el ministerio del hijo o de la hija.
Se nos ha dicho que "Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová" (1° S 2:12). Más específicamente ellos abusaban de su posición como ministros ordenados de Dios tomando aún más de lo que era su legítima parte de las ofrendas que el pueblo llevaba a Dios. De acuerdo con la escritura, "era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová" (1° S 2:17).
¿Cual fue la respuesta de Elí a la situación? En lugar de disciplinar a sus hijos, miraba hacia otro lado. Así que Dios reprendió al profeta, preguntándole, ¿por qué honras a tus hijos más que a mí? (v. 29). Cuando el padre falló en corregir a sus hijos, los colocaba a ellos antes que a Dios. Entonces vino juicio sobre su casa pues Dios decretó a Elí: "todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril" (v. 33).
A la luz de los escándalos de los tele-evangelistas hace unos cuantos años, nosotros debemos guardar en mente la severidad de esta situación y su potencial de devastación en la Iglesia. Los niños consentidos de hoy serán los ministros sin ética del mañana, tomando más de su legítima parte del dinero del pueblo de Dios a modo de consentirse a sí mismos, y de esta manera "menospreciar los ofrendas de Jehová". Nosotros no debemos caer presa de este síndrome ministerial si queremos honrar a Dios primero, disciplinando adecuadamente a nuestros hijos.
Métodos de Modelaje del Mentor. Nosotros también debemos notar aquí que el profeta Samuel, quien fue conducido en el ministerio por el viejo Elí, evidentemente repitió algunas de sus prácticas de educar hijos. Cuando Samuel envejeció, él estableció como Jueces para Israel a sus dos hijos (1° S 8:1). "Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre", dice la escritura. "Antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho" (v. 3).
Las consecuencias de su pecado llegaron más allá de su familia inmediata. Los hijos de Samuel no sólo impidieron la justicia en la tierra. Su conducta también incitó al pueblo a demandar un rey y rechazar el liderazgo de Dios sobre su nación. (vv. 4-7).
Esta serie de eventos bíblicos ilustra que los ministros normalmente toman los principios y prácticas de sus mentores. David modeló más adelante el exceso sexual a su hijo Salomón. En contraste a esto, Dios declaró que una de las razones para que El decretara continuas bendiciones a la descendencia de Abraham fue "porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él" (Gn. 18:19). Dios vio que Abraham no consentiría a su hijo sino que lo disciplinaría adecuadamente y lo entrenaría en el modelo que debería vivir y ser (Pr. 22:6).
El Engaño de las Parejas Ministeriales. En mis años como obispo sobre muchos ministerios, he tenido que tratar con varios engaños que llevan a los ministros a la destrucción. En los pasados treinta años un engaño que he escuchado a menudo es el concepto de "pareja ministerial" o "esposa espiritual". Este concepto ha crecido a través del Ministerio Cristiano en general y aún ha entrado al movimiento Profético. De hecho, parece haber hecho gran entrada en aquellos círculos donde hay exigencias de revelación y dirección profética.
Una "pareja ministerial" o "esposa espiritual" es cualquiera a quien un ministro casado (o cualquier cristiano) le permite ser una compañía más cercana que su verdadero esposo o verdadera esposa, especialmente cuando esta persona es del sexo opuesto. Es usualmente un ministro asociado, secretaria o líder de alabanza o de jóvenes. Para una persona casada cultivar sentimientos románticos o acciones de involucramiento sexual con alguien diferente que su compañero/ra de matrimonio es pecado a los ojos de Dios. Así que este tipo de acercamiento inapropiado es peligroso porque generalmente lleva al romance y finalmente a la inmoralidad sexual.
Un Proceso Gradual de Vinculación y Engaño. Por supuesto, esta situación no ocurre de la noche a la mañana. Característicamente, un ministro y un asociado o secretaria trabajan juntos muy de cerca por meses y años hasta que se desarrolla una "atadura del alma" - esto es, una cercana unión emocional. La esposa del ministro (o el esposo) deja de ser su amiga, consejera, compañero competente y co-laborador en el ministerio. El ministro comienza a pasar más tiempo con el asociado en la oficina y fuera de la ciudad en conferencias que con la esposa en casa.
A medida que este engaño echa raíces en el ministro, él o ella toman acciones adicionales para llevar a cabo su propósito último. La esposa del ministro es manipulada hacia afuera del ministerio activo con el ministro y la Iglesia, con una alienación de afectos acompañándose dentro del matrimonio. El ministro justifica sus acciones alegando que la "pareja ministerial" es más comprensiva y agradecida que la esposa. La "pareja" parece ser paciente, amable, dulce y confiable, mientras la esposa parece ser exigente y demandante, siempre cuestionando por qué el ministro tiene que estar lejos de casa y gastar tan poco tiempo con la familia.
La Esposa Debe Tomar Acción. El pecado y la lujuria son engañosos, ciegan a la persona a la realidad hasta que el engaño la lleva a su resultado final: una relación adúltera que destruye el matrimonio del ministro, su ministerio y su carácter. De modo que la esposa de un ministro que detecta el desarrollo de tal situación necesita llamar la atención del ministro. Si el ministro responde con entendimiento, comienza inmediatamente a ajustar la situación, y trabaja para restablecer una adecuada relación con la familia, entonces la esposa no necesita mencionárselo a nadie más.
Por otro lado, si el ministro responde con resentimiento, acusando de celosa a la esposa, de falta de compromiso, o de fallar en entender las responsabilidades ministeriales, entonces la obligación de la esposa es acudir inmediatamente al supervisor espiritual de ellos, contándole todo e involucrando a su supervisor en la situación, la esposa no debe detenerse de hacer esto por amenazas o por un espíritu de intimidación que sea intentado para evitar que busque ayuda. La situación no mejorará solamente por ser ignorada, o porque la esposa mantenga silencio esperanzada de que se pasará con el tiempo. Orar ayudará, pero esta situación particular no se resuelve usualmente sin la ayuda externa adecuada.

Recuerde: Revelar este problema a un supervisor espiritual, no significa que alguien está traicionando la confianza, o fallando en apoyar al esposo o la esposa, o fallando en cubrir con amor el pecado.
En este caso, el mandamiento: "mejor es reprensión manifiesta que amor oculto" (Pr. 27:5) supera el principio escritural que dice "el amor cubrirá multitud de pecados" (1 P. 4:8). Entre más una esposa espera para obtener ayuda, más la situación se deteriorará, incrementando la posibilidad de que tanto el matrimonio como el ministerio se disuelvan. Evite esta trampa y debilidad de carácter a toda costa.
Cuando todas las cosas están en el orden divino, entonces las prioridades adecuadas y las responsabilidades son estas: primero Dios, luego la familia, luego el ministerio. Todas las otras áreas deben ser cuidadas solamente después que estas tres áreas de responsabilidad han sido cumplidas.

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